La lámpara de bajo consumo me dejó a oscuras cuando quise ver. Y en el cubículo en el que me encontraba no tuve otra opción: busqué el botón, el interruptor, la salida y el aire.
Consumo, a oscuras, ¿adónde va el miedo de ya no ser? La caída no es nada, el terror está en el vértigo que causa todo animal que anda suelto y repta; si en ese cubículo se hubiera apagado sólo la lámpara, y bueno... Pero mi respiración me delató y lo entendí bien clarito: acá empieza la caída a un torbellino que querrá desintegrar también mi luz.
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